sábado, 24 de diciembre de 2016

Feliz Navidad

Querido Papá Noel.

Nos quejamos de ausencias falsas cuando no sabemos lo que es poner un plato menos en la mesa, ni saber que en algún hospital de Madrid está el plato que sí has puesto, pero que se va a quedar intacto durante toda la cena. No sabemos valorar muchas cosas, cosas que se aprenden con la edad. La familia es como una empresa, cuando unos se jubilan, se deben contratar a nuevos empleados. Aunque siempre aceptaremos mejor una baja por jubilación que una baja por enfermedad.

Cuando ya no hablamos de familia sino de amor, cierto es que solemos sentirnos muy desgraciados y muy solos. Pero eso es culpa nuestra por no haber sabido mantener aquello que a lo mejor surgió en verano, primavera u otoño. "Sois la generación que no quiere relaciones ni compromisos" ha sido el título de muchos artículos donde los adolescentes salimos muy mal parados; pero estoy de acuerdo, no las queremos, no somos capaces de tomarnos la vida en serio porque no estamos en la edad de hacerlo. Pero sabemos perfectamente con quien nos complementamos.

Querido Papá Noel,
Este año quiero algo de claridad y nitidez. Quiero saber lo que quiero y conseguirlo. Ya he sacrificado muchas cosas, no me hagas sacrificar más. Quiero que sepas que le he sonreído muchísimo a la vida, hasta cuando nadie creía que lo haría lo he hecho. Ya es hora de que ella me sonría a mí.



lunes, 19 de diciembre de 2016

Propósitos.


Nos ahorramos los malos tragos de los sábados de imaginarnos con otros al lado, de no extrañarnos más de lo que podemos soportarnos, de odiarnos por dar demasiada importancia a lo que hablamos. Pero queremos que pase para que nunca más nos pasemos de largo. - Iago De La Campa.


Esto no es una carta de amor.

[Suena "To build a home" de fondo mientras escribo, qué canción más bonita.]

Y claro que volveré a salir de fiesta, a bailar como si no hubiese un mañana encima de alguna tarima mal fregada. 
Y volveré a echarte de menos cuando suene alguna canción que lleve tu nombre escondido entre las lineas de la letra.
No sé, a veces pienso que te quise demasiado. Que ahora no soy capaz de pasar página porque doblé la esquinita de todas aquellas que me recordaban a ti, y no queda esquina que no haya doblado. 
Y claro que volveré a las rondas de chupitos en bucle hasta que no me acuerde ni de por qué estoy bailando a las tres de la mañana con un desconocido.
Y claro que me encantaría llamarte para que fueras tú quien me sacase a bailar, porque aunque me saques treinta centímetros, a mí se me da que te cagas bailar de puntillas.
A mí ya no me importa en qué caderas distintas a las mías apoyes tus manos, yo te conozco, y a mí no me engañas. No me lo tengo muy creído, creo en mí; que es muy distinto.
Y sé que lo mejor no siempre es lo que más gusta. 

En fin, que hay cosas a las que todavía no me acostumbro, y dudo que algún día lo haga.
Todo vuelve, nunca lo olvides. Pero quién sabe, quizás esta vez ya no sea yo, o tal vez no seas tú.


Poco se habla de los cerezos cuando no están en flor, 
se nos olvida que siguen siendo cerezos.


No siempre tú te ves como los demás te ven a ti,
y eso,
a veces,
es una gran ventaja.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Take a risk.

Suéltate el pelo.

A veces viene bien, de verdad.

Os lo dice la persona que tiene el papel de mami en su grupo de amigas, la que cumple a diario su lista de cosas por hacer y llora cuando cree que ha fallado a los demás antes de pararse a pensar si se ha fallado a sí misma.

Soltarse el pelo es algo así como conducir por primera vez, sin carnet. Tuve la misma sensación al entrar en jefatura de estudios para solicitar un cambio que al sentarme el en asiento del conductor y agarrar el volante.
Hablaba con rodeos, creo que antes de decir que me quería cambiar, expuse una lista de motivos que había casi memorizado hacía varios días. Entonces sueltas poco a poco el embrague, y vas pisando con más fuerza el acelerador. Entre medias tienes el freno localizado, por si acaso.
Y cuando me decidí a ir a grano, me sorprendieron la aceptación y naturalidad. Claro que al principio a penas pasas de los quince kilómetros por hora. Vas en línea recta y por el carril del aparcamiento.
En ese momento me solté un poco, la voz dejó de temblarme y respiré un poco más hondo. Me transmitió mucha confianza el hecho de poder seguir adelante con mi propuesta. Un horario nuevo y una clase nueva. Coges confianza y te lanzas al carril de la derecha. Cruzas un paso de peatones y sigues.
Solo tuve que especificar que me presentaría a las recuperaciones de aquellas asignaturas que me variaban. Corro el riesgo de que se me haga muy pesado, de que no me vaya tan bien como espero. La policía puede aparecer en cualquier momento y pedirte  el carnet de conducir que no tienes, o puedes incluso tener un pequeño accidente.
Pero tengo tantas ganas y estoy tan contenta, que estoy casi segura de que podré. Vale, una vez le has cogido el tranquillo: para. No esperes lanzarte a la rotonda el primer día, ni el segundo, ni el tercero... Las cosas requieren su tiempo. Pero te has quedado con las ganas de pisar un poquito más fuerte, y de girar el volante; pero aún es pronto.
Creo que crecemos a medida que aprendemos a tomar decisiones. No es nada fácil tomar una decisión por ti misma; no fardo de valentía. Nunca soy capaz de no escuchar los comentarios de la gente que me rodea; así que las escuché. Las primeras veces nos viene bien tener alguien al lado que nos diga cómo y cuando debemos pisar cada pedal, te ayuda a sentirte más segura.
Pero como siempre, la última palabra la tienes tú. Y yo la tenía bastante clara desde el primer instante que se me pasó por la cabeza. Ahora tú decides cuando pisar el embrague y el freno, sin que se te cale el coche.

Adelante, hace un invierno precioso para soltarse el pelo.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Locus amoenus

"En verso todo queda mejor"- Dicen.

We were not born in sin.
Leave a note on your bed;
let your mother know you're safe.
And by the time she wakes,
we'll have driven through the state,
we'll have driven through the night.
Baby come on
-The Lumineers-

Y corre, come, cámbiate de ropa y vete a la biblioteca.
Y corre, termina de pasar los apuntes para coger la técnica.

Ponte rápidamente con matemáticas.
Vaya, no entiendo nada de trigonometría.
Pues espérate a química
¡menuda la que se nos viene encima!

Y corre, solo quedan deberes de tecnología industrial,
y corre, unas cuantas frases de sintaxis más.

Pero cuando llegues a casa,
nada de descansar;
todavía queda un asignatura más:
hacer vida familiar.

Y corre que te pilla el toro,
quedan dos semanas para darlo todo.
Como si así no llevase ya dos meses
tranquila, "la vida del estudiante es benevolente."

Por fin a dormir.
Solo son la una y media de la madrugada,
y mañana a las siete y media en pie
¡seguro que estoy totalmente recargada!

El viernes quiero ver a mis amigos
después de toda la semana
no hablemos de fiesta,
que tengo que estudiar mañana.

Y cuando llega el domingo,
nadie se va pronto a la cama.
Empezar bien un lunes
es tan difícil como acabar bien la semana.

El problema no está en los estudiantes,
ni en el sistema educativo.
Digamos que yo me quejo de la poca empatía 
que estáis teniendo, queridos amigos.

Y digo amigos irónicamente
por si claro no quedase,
que en el instituto somos conocidos,
somos solo los de clase.

Amigos profesores,
no queremos un instituto americano,
ni un baile de fin de curso.
Queremos tan solo terminar bachillerato.

Terminarlo con la ilusión de seguir,
no de amargura por existir.
A veces no animáis,
ni si quiera motiváis.

Si en vuestro lugar yo estuviese,
me hundiría moralmente.

A nadie aprobar por pena pedimos,
que las lágrimas no os enternezcan,
queremos muchas más explicaciones
y mucha, pero que mucha paciencia.

También pasasteis por lo mismo,
estudiantes fuisteis también;
todos habéis sufrido lo que
tan infravalorado está: el estrés.

Hablamos de llegar a la Universidad,
donde al parecer todo es un Locus Amoenus.
Ya no estoy tan segura,
de querer estudiar cuatro años más enteros.

Igual soy un poco cobarde,
igual no sirvo para esto.
Intenté engañarme a mi misma,
y ahora abandonar no puedo.

Llorar de nada sirve,
el corazón no es waterproof.
No hay nada que peor lleve
que ver cómo me calo por dentro.

Y aunque me haya equivocado,
y no pueda dar marcha atrás.
Después de todo esto,
no tenía pensado abandonar.

Para llegar a su meta
cada uno elige su camino
y creo que voy a llegar, 
aunque haya elegido muy mal el mío.

Lo siento papá,
no seré una gran ingeniera.
Tampoco cirujana
ni mucho menos arquitecta.

Pero un día me dijiste:
"haz lo que te guste; y en ello, sé la mejor.
Bien puedes ser barrendera, pero sé la mejor barrendera".
Y yo no quiero ser una ingeniera más.
Yo siempre he querido destacar.

Y si no puedo hacerlo en un círculo,
me mudaré a otro.
Demasiada competencia en este,
y hay cosas que añoro.

Querida tripulación,
voy a dar un giro a la veleta
nos hemos equivocado de coordenadas
nuestra dirección no es esta.


Viento en popa a toda vela.
Yo quería navegar en calma.
Sin prisa pero sin pausa.
Yo quería reconstruir mi alma.


Dirección a tierra firme,
en busca del Lugar idílico
ese donde hay magia.
Donde todo es tan perfecto que parece irónico.

Que lo importante no es lo que te digan los demás.
Tampoco saber mucho álgebra lineal.
A quién le importan las tangencias.
Yo solo quiero poder llegar hasta el final.

Que algún día escriba tanto que me duela.
Que se me seque la lengua de hablar.
Que me quede sin ideas,
Quiero enseñarle al mundo mi capacidad.




domingo, 27 de noviembre de 2016

Femme Fatale.

Defiéndete.

"Existe un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre
y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer".
Pitágoras.

Por ese "Si vienes tan tarde no vengas sola, que te acompañe alguien" de mi padre cuando salgo de fiesta. Por los "hija que guapa vas, muy diva como siempre; pero bájate la falda" de mi madre.
Ya ni tus padres se fían, qué bien. Como me duele y me revienta que piensen que la culpa de que me pueda o no pasar algo malo sean yo y mi forma de vestir. No educan a un hijo a no violar o guardarse sus malditos comentarios ofensivos, sino a sus hijas a taparse; en ese sentido discrepo en la educación de muchos padres. Por suerte (o por desgracia) tengo conciencia y uso de razón y no soy obediente en esos casos. Creo que a mis padres les he soltado más charlas sobre el acoso y el feminismo que las que Clara Campoamor tuvo que dar para conseguir el voto femenino en España. Y creo que poco a poco lo he conseguido, me gusta mi forma de pensar, no voy a cambiarla.

Por la cantidad de veces que no nos miran a los ojos con la escusa de "es que con ese escote, es inevitable". Por cada vez que me han tocado el culo en una discoteca/fiesta/cualquier sitio. Por descubrir lo rápido que puedo llegar a andar en tacones cuando viene un hombre detrás mía. Por ese coche que se paró en Gandía saliendo de una discoteca para llamarme 'prostituta' y seguidamente invitarme a subir. Por el otro tío que me cogió del brazo y no me quiso soltar. Por los "a saber que habrías hecho para que te llamase puta" o "deja de acercarte a tanto hombre verás como no te agarran".
Es de locos, pero al final terminé por creerme que la culpa era mía. Así es, tengo yo la culpa de vuestras increíbles faltas de respeto con dos copas de más, o sin ellas.

Por la mujer que se paró en plena Rue Jules Ferry de Montpellier a decirme que me bajase los pantalones con sus hijas pequeñas sentadas atrás.
Ya no os hablo del feminismo, ni vengo a daros lecciones feministas; os hablo del respeto. Un respeto que escasea en muchas ocasiones.

Un hombre se ve obligado a defender a una mujer en una situación de golpes, lo que llamamos 'pelea'. Pero una a una mujer nunca en la vida se le ha pasado ponerse delante de un hombre para defenderle. ¿Por qué? ¿Por qué creéis que no podemos ser capaces de defenderos? Y lo que es peor ¿por qué os hemos creído tal mentira? ¿Tan inferiores nos veis?

Defendiendo ambas posturas, he de decir que no siempre somos víctimas, como mujer que soy, también creo que a veces las agresoras somos nosotras. A veces también somos malas con los hombres. Claro que os insultamos y claro que os pegamos. No somos santas, y el ser mujer no nos coloca el título de pacifista.
Seamos sinceras, más de una aquí ha ido de chula delante de un tío. Y ni hablemos de rechazo, se nos da que te cagas de bien dar calabazas, dar patadas, guantazos y gritar "cabrón" tan alto como se pueda. Ridiculizamos, sí. Tanto como vosotros.


El problema está en que a nosotras no se nos toma en serio.
El problema está en que los insultos masculinos se han convertido en halagos.
El problema está en que os da igual que os peguemos porque nunca vais a mostrar dolor, ni aunque os lo hagamos.
"El problema está en que tenéis tetas" como vosotros. Y culo, como vosotros.
El problema está en que las niñas tienen que ser bonitas y delicadas, y los niños fuertes y valientes.
Azul y rosa.

Para todas las mujeres que me lean, he de deciros que valemos mucho más de lo que nos hacen creer. Somos diferentes tanto física como psicológicamente, y eso nadie lo puede cambiar. Pero todos somos seres humanos, y no por no tener pene merecemos menos respeto.
Un beso enorme,
a hombres y mujeres
por igual.

"El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres".
Simone de Beavoir.

25 de Noviembre día internacional contra la violencia de género.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Números complejos.

Dicen que con dieciocho meses los bebés son capaces de empezar a utilizar la memoria y la imaginación, es una fecha clave para saber si tu bebé sigue el desarrollo normal. Los bebés con dieciocho meses aprenden a subir escaleras, a bailar, a diferenciar lo bueno de lo malo...
A partir de los dieciocho meses, su vida comienza a cobrar sentido.   

Seis noches en vela
por cada tres semanas.

Cada dos minutos (como dice Despistaos), antes,
eran nueve caricias por tu espalda.

Tres sonrisas
elevadas al cuadrado,
y multiplicadas por dos,
todo lo bueno contigo era de crecimiento exponencial.

Te pienso durante diez horas al día
y te sueño unas ocho.

Voy a dejar de salir de fiesta los sábados,
la última vez me dejé tu mirada en el segundo chupito de tequila,
y la sensación de tus yemas en la última copa de Whisky.

Ya no sé si me compensa ir ebria,
si cuando vuelvo a estar sobria me doy cuenta
de que he perdido algo más que dinero.

Un par de bailes con alguien aún más perdido que yo
y un par de besos mal dados.
Dos chupitos más y sigo bailando.
Y ahora multiplicas por tres, que son las veces que repito el procedimiento.

Y al día siguiente un ibuprofeno,
un beso de mamá y un "¿qué tal anoche?" con ganas de investigar qué hice.
Cuatro conversaciones abiertas, y cero respuestas.
Un vaso de agua,
otro vaso de agua,
y un café.
Cinco interacciones en twitter y dos snapchats.
En resumen,
un domingo más de mierda.

Quién pudiera celebrar la vida de los dieciocho meses como un bebé.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Hay truco.

Un lugar llamado Mundo.

A menudo me atribuyen un título que debería estar compartido.
Yo no escribo sobre las cosas, las cosas que me pasan me hacen escribir. Digamos que he buscado un modo de decirle sutilmente al mundo que es una porquería, que vivimos confundidos, que no sabemos vivir; pero que aún así, en un vertedero (maquillado) también hay joyas.
No podemos dejar que la basura sea mejor que nosotros, faltaría más. Que sí, que a veces no encontramos una manera ética de comportarnos, ni la correcta, ni si quiera la que nos hace sentir bien. A veces nos sentimos más vacíos de lo que se puede imaginar. Y odiamos más de lo que la palabra 'odiar' engloba. La verdad es que me guardo en mis adentros mil y una palabras malsonantes, malas caras, arcadas, y pensamientos repulsivos que tengo (como todo ser humano) depositados en ciertas personas. Todos somos haters de algo. A todos nos dan ganas de escupir intencionadamente a otros cuando vamos por la calle. Típicas ganas de engancharle de los pelos y poder quebrarle el cráneo. Todos le hemos deseado a alguien que su vida cayese en picado. Todos hemos competido en secreto. Yo la primera, y la primera también que no se siente mal por ello. Al igual que no me considero mala persona tampoco, es algo natural que acepto; aunque no lo comparta, por si acaso.

Un truco que me sirve de ayuda es: imagina que cada persona a tu alrededor lleva consigo (o es) una caja infinitamente capacitada para llevar cualquier cosa. Bien, ahora selecciona a las más cercanas (pueden ser tres, cuatro, ocho, veinte o cincuenta y seis). Y poco a poco, empezando por quien tú quieras, ve llenando cada una de las cajas de cada persona. Palabras, gestos, viajes, objetos, pensamientos, besos, abrazos... Todo cabe y es buen recibido. También insultos, enfados, agresiones, pensamientos... Todo. Y después solo tienes que visualizarla delante de cada persona, así sabrás qué tipo de cosas depositas. Si son cosas buenas, querrás mantener la caja cerca de ti; y si son cosas malas, querrás alejarlas lo máximo posible. Pero como toda práctica 'psicológica', tiene una traba: ¿Qué pasaría si una caja llena de cosas buenas se alejase? ¿Y si creara otra caja llena de bazofia que no te puedes quitar de encima? Ahí es cuando se tuerce este truco, amigos. No sabéis lo que duele ver como una caja llena de colores vivos, versos de amor y caricias se aleja poco a poco. Y no puedes hacer nada para impedirlo.  

He perdido una de las cajas más importantes de mi vida,
la que llevaba  mi Hermana consigo,
una llena de películas de Disney,
fiestas de disfraces en la hora de la siesta,
cenas de 'tú te comes mi tomate y yo me como la lechuga',
besos de buenas noches antes de salir por la puerta de aquella habitación en la planta de 'paliativos',
y miles de cosas que me quedaban por guardar.

He visto como otra de mis cajas 'soporte' se llenaba de cosas horribles.
Me he visto sacar y tirar recuerdos y sentimientos con los ojos húmedos,
y lo que es peor,
meter rencor, culpabilidad y algo de envidia.
Queda algo de confianza, celos,
y
el increíble sentimiento de inacabado.

Y, por supuesto,
en mi propia caja guardo
lo mejor de mí.
Que no solo es una muy buena capacidad  de aguantar tormentas,
ni la valentía de aceptar el puesto de capitán,
sino también la falta de ella para decir 'te echo de menos'
porque siempre preferiré decir 'te he echado de menos'.

Acércate a mí y aprende a abrirla de una manera correcta.

Todos tenemos secretos,
y todos sabemos guardarlos en lo más profundo de nuestra caja pero
que no se nos olvide
que siguen estando ahí.
Aunque no tú no lo sepas...

martes, 1 de noviembre de 2016

Persuasión controlada.

Habrá días.

Habrá días en los que seré mi yo contigo. Y otros en los que seré mi yo sin ti. Pero siempre habrá días en los que podamos ser nosotros.
Los días nos persiguen y nos meten prisa. Cada día que pasa es un día menos de vida. No nos damos cuenta de que nunca seremos tan jóvenes como lo somos ahora mismo, en este mismo instante. Es por eso que soy partidaria de los errores, de los enfados, de las malas caras... De los besos, los abrazos, y las risas. De querer abandonar a veces. De darlo todo cuando hay ganas. De los cambios de opinión y la indecisión. De la poca vergüenza y las copas de más. Soy partidaria de que cada uno viva su vida como le dé la real gana. Ni tú eres yo, ni yo soy vosotros, ni ellos son ella.
Nadie tiene derecho a decirle a nadie lo que está bien o está mal. Ni mucho menos decirles lo que tienen que hacer. Y así se aprende; aprendes a tomar decisiones cuando las tienes que tomar sin apoyo alguno.
Que sí, que yo les hago saber mi vida a las personas cercanas, Pero nunca hago caso de lo que me dicen, y eso se me da como a nadie. Porque nadie es quien para juzgarme, ni para decirme que lo que estoy haciendo está mal, y muchísimo menos para decirme si es o no es bueno para mí. No tenéis ni puta idea de nada. Os encanta hablar sobre lo que no sabéis precisamente porque así tenéis la oportunidad de inventar detalles.
No me enorgullece decir que vivo con miedo de mis propias palabras. Que las palabras son el arma más dañino del mundo, y también la solución a todo. Las palabras se convierten en balas si no sabemos usarlas, si no pensamos lo suficiente. Aunque me duela decirlo escribirlo, a día de hoy no podría decirle a nadie lo que realmente quiero decirle al mundo. Y por eso escribo, a modo de válvula de seguridad en una olla exprés.

Siempre me han dicho que algo es mejor que nada. Que un tres en un examen siempre será mejor que un cero. Aunque ambos sean suspensos, no nos engañemos.
Me he esforzado tanto en no tocar el cero, que solo por eso me merezco un diez. En todos los ámbitos. Si tengo algo envidiable es la persuasión y aguante. Quien la sigue la consigue.

A día de hoy nadie apuesta por mí. Veréis, tengo tantos motivos para olvidarme de todo y abandonar, que el amor propio es lo único que me mantiene. Y en días como hoy, ni eso. Suele pasarnos, a los adolescentes digo. Hay días que nos comemos el mundo y otros en los que el mundo nos come a nosotros.
Tengo guardados más de mil momentos que no son dignos de perder. He revivido algunos con la misma sensación que un preso al que le dejan ver a sus familiares una vez a la semana.
Vivan las noches de borrachera en casa, pijama prestado y largas conversaciones hasta que el Sol está a punto de salir. Las buenas noches dadas, y no dichas. Pero quién tiene los huevos de salir de esa cama al día siguiente, abrir la puerta y hacer como si nada.

Guardo cada palabra, cada risa, cada copa, todo.
Porque si es lo único que me queda,
pienso conservarlo
siempre,
conmigo.

Puede que no esté bien visto, ni si quiera aprobado.
Igual nos quedamos en el cinco, o en el cuatro.
Pero quien diga que me estás haciendo daño
no tiene ni idea de lo que es despertarse a tu lado.
Y que sí,
la situación ha cambiado.
Y sí, habrá días buenos, y días malos.
Días en los que vivo por revivir momentos
que traen tanta vida
que sin ellos yo no sería.


Tengo ganas de volver, o de que vuelvas, 
pero no puedo tirarlo todo por la borda
y hacerte un hueco.
Ni creo que tú estés preparado
para volver  navegar en mi barco.

domingo, 23 de octubre de 2016

Antes del invierno

Automne a medias.

Llega esa estación del año donde los árboles se desnudan
y nosotros
no hacemos
más
que taparnos.

Llega el frío en forma de vaho.
El mismo que permitía que mis dedos
escribiesen mis iniciales
en los cristales de tu coche.

Llegan los montones de hojas por el suelo,
el crujido de las mismas al pisarlas.
Llegan los días cortos
y las noches largas.

Llegan las bufandas que tapan algo más que el frío.
El cielo gris,
a juego con el alma de tantas personas...
Quizás os camufléis, y ojalá no os vea.

Llegan los abrigos dando calorcito;
que no tus brazos,
que es distinto.
Ahora sí, son cosas distintas.

Llega el volumen en el pelo
debido a la humedad.
Y el rímel huyendo de nuestras pestañas
ahora por lo menos ya tenemos escusa.

Llegan los paraguas cerrados goteando a cada paso 
cuando entras a un sitio cerrado.
Ni que abrirlos diese mala suerte,
es todo mentira.

Llegan los felpudos de la entrada sucios
de tantos zapatos mojados.
Menuda bienvenida
de mierda.

Llega el calor de un buen té verde
que te calienta las manos
y a su vez el cuerpo entero.
Eso sí que es resucitar.

Llegan tantas cosas,
y qué pocas me gustan, vaya.
Tengo malos presentimientos,
este invierno va a ser frío y
no voy a tener suficientes mantas.
Pero sí necesidad de salir a la calle
para no ahogarme entre tantas fotos tuyas.

Llegan cosas calientes,
como la Navidad, o mi cumpleaños.
Un concierto de Leiva, un viaje a Londres
y muchas ganas de volver para contarlo.

Llegan, siempre llegan.
Y a todo te acostumbras,
y cuando ya te has acostumbrado a tanta porquería,
se van.
Y cuando vuelven, no vuelven enteras,
solo a medias.
Y a lo mejor lo malo es muy malo,
pero nada peor
que
las cosas
a medias.

miércoles, 19 de octubre de 2016

A destiempo.

¿A qué hora es el buen momento?

"Hay cosas que es mejor no saber,
y momentos que es mejor no dejar de vivir nunca"

 ¿Nunca habéis pensado en atrasar o adelantar acontecimientos?
A veces vienen todos de golpe, y otras no vienen ninguno.
¿No podría el destino, o lo que sea, organizarse un poco?
Hacer una agenda estaría bien. Poder colocar y recolocar momentos.

Me encantaría poder organizarlo todo, dejar las sorpresas para otro momento. Creo que hay improvisaciones que cada día me matan un poco más.
No sabéis cuántas veces he deseado cambiar de lugar en la línea del tiempo algunos acontecimientos.
La vida no debería quitarme tantas cosas de golpe, algo está mal.
Creo que en el destino, ya lo dije; pero no en el camino que hacemos para llegar a él, eso corre de nuestra cuenta.

Mediados de Octubre.
Se huele el frío,
el olor a mojado después de la lluvia;
huelo tu perfume por la calle y me giro
casi involuntariamente,
pero nunca eres tú. Ya no.  
Por eso no suelo llevar la misma fragancia nunca,
porque sé lo que se siente en ese momento en el que te giras y no ves lo que querías ver.
Y yo no quiero hacer sufrir a nadie.

Quisiera poder explicar algo más de lo que soy capaz.
Del por qué me cuesta tanto hablar(te);
porque aunque siempre hable por los codos
hay veces que me quedo sin palabras.
Entonces desearía tener un lápiz y un folio
en el que poder escribírtelo todo.

Y ojalá algún día me leas por dentro. 
O por fuera,
pero léeme.

Te convertí en poesía
y eso no se puede superar.
Conocerás a más mujeres,
mucho más guapas,
mucho más rubias,
con los ojos claros quizás,
con esos treinta centímetros más que me faltan
para darte un beso sin que te tengas que agachar.
A lo mejor son más listas
y son la envidia de su clase.
Con más curvas,
y más culo.
Igual saben de política mucho más,
y te dan la razón siempre.

Pero yo te he visto dormir gracias a la luz que entra por los huequitos de una persiana mal bajada
adrede
a las nueve de la mañana.
Me sé de memoria el relieve de tus labios
y cada uno de los lunares de tu espalda que se unen formando un salvavidas.
Y eso no lo va a tener ninguna.

La verdad es que me pongo enferma
solo de pensarlo,
y creo que moriría casi al instante
si algún día lo viese con mis propios ojos.
Hay cosas que es mejor no saber.

Estoy hecha de todos los deseos que pido en la lluvia de estrellas del 12 de agosto. De todas las sensaciones que me recorren horas antes de volver a verte. De todas las lágrimas que se han camuflado con el agua de la ducha. De todas las ilusiones. De todas las veces que he pasado por tu calle deprisa y con las piernas temblando. De los más de mil besos que nos dimos. De este naufragio. 
De todos esos momentos que es mejor no dejar de vivir nunca.

Hace dos meses y siete días que le pedí un deseo a una estrella fugaz:
"La próxima vez que esté segura de algo, que sea de él. Dejar de sentirme nerviosa y que no me suden las manos antes de verle. Quiero llorar de la emoción y no echar de menos. Seguir mis ilusiones con motivos. Volver a pulsar el botón de su telefonillo." 
*Ojalá este naufragio encuentre un copiloto adecuado; cada día el timón me pesa más y necesito un ayudante.*  

Nota nº507: Ojalá dentro de un tiempo, cuando pisemos tierra firme, te encuentre. Y te reconozca. Y no hayas cambiado. Ojalá pudiese hacerte un hueco en la agenda para dentro de unos años. Cuando por fin me haya deshecho de todos mis miedos, y sea capaz de contarte todo lo que está pasando a bordo. Cuando tú y yo sigamos siendo tú y yo.

Take me back to a time only we knew...
Hideaway.

miércoles, 12 de octubre de 2016

die reine Wahrheit.

Αλήθεια (alétheia).


"¿Por qué no cambiaste?
¿Por qué dejaste que el tiempo desgastara todo lo que era importante?
[...]
A punto de gritar te quiero y te odio,
te olvido y te pienso." -VAHO-

-Alétheia significa verdad en griego.-

No os hacéis una idea de lo que es pasar páginas en las que tienes todo subrayado y apuntes en los márgenes. Y digo pasar porque aunque lo mejor sería arrancarlas, no he sido capaz.
Ni lo seré. No del todo.
Tampoco sabéis lo que es saberlo todo, y preferir no saber nada. Mensajes que ojalá y no hubiesen llegado a mi móvil. Mensajes que dicen la verdad. Pero, ¿quién quiere saber la verdad cuando se está bien en la mentira?

Mensajes de "Tía te tengo que contar, ¿sabes lo que pasó anoche?" un domingo por la tarde. Y respuestas que en verdad eran un "Sí, creo que sí; y vivo bien sin saberlo, no hace falta que me lo digas" y que terminaron siendo un "Cuéntame rubia". Mi subconsciente me la jugó.  

Todos lo sabíamos. Era previsible. Pero supongo que fue como esos exámenes que te salen horriblemente mal y sabes que vas a suspender pero en el fondo rezas para que ocurra un milagro y llegues al cinco. Eso me pasó a mí. Se veía venir, eran cosas del destino, pero siempre lo esquivaba.
Hasta que aparece alguien que te muestra la verdad, y ya no puedes huir de ella.

Aún así,
no tenía pensado irme.
Irse significa desconocerse,
significa dejar de verte, oírte y sentirte.
Dejar de lado la mejor parte de mí
que sigue en cuerpo ajeno.

El día que eso ocurra,
quizás el Sol ya no sea una energía renovable,
los coches no se alimentarán de petróleo;
o quizás sepamos cuántos lunares han heredado tus hijos.

El día que eso ocurra,
yo ya no seré yo.
Seré esa parte que quedó de mí
después de haber hecho un puzle en el que mis piezas no encajaban.
Ese barquito chiquitito que no sabía navegar
ni por el río, ni por el mar.

Aún así,
no tenía pensado olvidarte.
Olvidar es de valientes,
y yo en estos casos nunca no lo soy.
Las cosas importantes no se olvidan ni queriendo
porque en su día se grabaron sobre la piel
a fuego. Lento.

Y si algún día el que decide marcharse
eres tú,
me gustaría pedirte que
me devolvieses algo de confianza y
me gustaría decirte que
me echarías de menos,
nos echarías de menos.

Todos los planes que teníamos pensados, tíralos
(si no los haces conmigo, que no sean con nadie).
Los viajes quédatelos, son tan maravillosos
que no quiero ser egoísta.
Mejor tarde que nunca.
Y mejor con alguien que te haga feliz, aunque no sea yo.

Te quiero, creo que eso ya lo sabes. Eres tan verdad y tan mentira a la vez que no sé que hacer. Entonces es cuando me dejo llevar (últimamente lo recomienda todo el mundo). Y ya sabes que dejarse llevar dicho por mí es caminar hacia ti. Hacia ese lugar geométrico en el que todo encaja y es matemático, filosófico, político, literario, biológico, químico (y físico), pero sobre todo: artístico. Y esa es la única verdad que firmo.
Existen varios tipos de verdad, y esta es la mía.

"Nunca supimos dejar de confiar en promesas.
Fuiste la más bonita causante de ojeras.
Hoy eres letra, pudiendo haber sido mi estrella"
-VAHO-

viernes, 7 de octubre de 2016

¿Y el origen?

Zimei.

"Que olvidar de dónde vienes es no saber a dónde ir."
-Irene X-.
 Zimei es mi segundo nombre, es el nombre que me pusieron en el orfanato donde estuve aproximadamente 7 u 8 meses. El chino es un idioma complicadísimo y muy inteligente. Zimei significa "hija preciosa".
Nací en Xinhui, en la provincia de Guangdong al sur de China. Actualmente vivo en Madrid (España), y no, mis padres no son chinos. Ambos son segovianos.

Soy adoptada.

Si os digo la verdad, no tengo ni la más remota idea de cuándo fui consciente de que mis padres no eran biológicos. Solo sé que cuando era pequeña no me gustaba que me llamasen 'China'. Llevaba fatal ser diferente a mis amigas.

-Mamá, en el colegio los niños me insultan, me llaman 'china'.
+Hija tampoco es para tanto, es que eres china.
-Ya mamá, pero tengo un nombre.


Durante toda primaria estuve rechazando mis orígenes, el país, la comida, hasta el té (y sí, suena increíble, pero es cierto). Mis padres movilizaron y firmaron mil papeles para que mi nacionalidad fuese española, pero salta a la vista que aquí no he nacido.

A partir de la ESO fue cuando cambiaron un poco las cosas. Fue entonces cuando empecé a interesarme por distintos lugares concretos de China, así como Hong Kong, Shanghai, e incluso la ciudad donde nací. Hace más de un año me replanteé mil preguntas, mil respuestas; Algunas realmente desagradables con respuestas que preferiría no saber. A veces soy demasiado curiosa. Pero esa curiosidad no es compatible con mi origen.

¿Quiénes son mis padres biológicos? ¿Mi madre se acordará de mí?
¿Habrán llorado por mí?  
¿Tendré hermanos/as? ¿Se parecerán a mí? ¿Seré tía?
¿Cómo sería mi vida en Xinhui?
¿Mi cumpleaños realmente es el 3 de Enero? ¿Y si soy más mayor? 
¿Estudiaría? ¿Trabajaría?
¿Me atraerían físicamente los chinos?

Desde luego que me encantaría viajar a China. Y me encantaría poder tener un mínimo de información, pero por desgracia las adopciones en China no eran del todo legales; para que os hagáis una idea, los perros llevaban consigo en el pedigree más información que nosotras.

En esta foto no sé muy bien quienes son,
pero sé que yo soy la niña del vestido rosa, y la del peto es Alba Xianj.
Una de las mejores cosas de la adopción fueron los valencianos un matrimonio que viajaba con mis padres para adoptar a una niña (Alba Xianj) al igual que yo. Las dos estuvimos del mismo orfanato. Nuestros padres congeniaron y a día de hoy seguimos manteniendo contacto. Sus padres años más tarde, viajaron de nuevo a China a adoptar a una segunda, Blanca Minjin. Como podéis ver, todas (o casi todas), solemos conservar nuestro nombre chino como un segundo nombre. Y algo que también rechacé durante un periodo largo de mi infancia. Nunca escribía Zimei en los exámenes, simplemente era Ana Gómez (más español imposible). Me pasa que siempre que conozco casos parecidos a los míos (adopciones en China y ese tema en general) me intereso demasiado, sin tener muy en cuenta que hay personas que pueden no llevar bien su procedencia. Entiendo que yo era muy pequeña como para añorar o recordar algo, pero mi caso es uno entre un millón de millones y supongo que habrá de todo.

La verdad es que llega un punto en el que no me preocupa no encontrar respuestas.
"Aceptamos pulpo como animal de compañía". Pero lo llevo de la mejor manera posible.
He enfocado mis diferencias de una manera optimista y muy peculiar. Me gusta ser china, nada que envidiar a los rasgos occidentales. Ahorro mogollón en rímel. Mido metro y medio, los tacones forman parte de mi cuerpo ya.  
Será coincidencia, o no, pero no me deshidrato gracias al té, amo la comida china (aunque no coma carne roja), y tengo la expectativa de poder viajar a Hong Kong algún día de estos. Creo que es una de mis metas en la vida.
Acerca de mi vida (totalmente occidental), no tengo ninguna queja. Es más, agradezco al destino o a quien quiera que esté ahí arriba el tener la familia que tengo. Aunque cabe destacar que lo mejorcito de la familia era y es mi hermana. Ella fue quien eligió mi nombre, me cambió su habitación para tener más espacio, y nunca me dijo que no a nada...

Hacía tiempo que quería escribir sobre mí más personalmente. Quería ponerme a prueba y darme cuenta de lo que realmente sé sobre mi origen. Y aunque no sea mucho, algo es algo.
16 años más tarde dispuesta a dirigir un barco sin rumbo, tengo la esperanza de recorrer mil lugares antes de pisar el mío. El mar debe llevarme a mil sitios antes. Hoy solo os puedo decir que soy amante de la cultura asiática en general y aunque mi pasado esté un poco borroso, forma parte de mí.
Seguimos sin rumbo fijo, pero felices, como siempre.
Aquí, a la deriva y hasta en China.