martes, 19 de septiembre de 2017

The Good Wife.

"No dejes que muera el Sol
sin que hayan muerto tus rencores" 
- Gandhi-

Al final la vida te enseña a bailar bajo la lluvia, a hacer abdominales y a dormir sin meterte en la cama cuando tus cojines huelen a otra persona. A agarrarte a otras cuerdas flojas y a enviar mensajes que ya habías enviado. 
No sé si de verdad esta vez será la última o si será la vencida. Porque ni es la tercera, ni la primera última. Pero lo que tengo muy claro es que hoy vengo con mi mejor intención. Ha llegado un punto en el que los golpes me estaban rebotando en la conciencia, un punto lleno de ojalás y de cosas que desearía que hubiesen sido más sencillas.
Reconozco que me esforcé demasiado en describir y plasmar todo mi dolor de una manera poco sutil. Reconozco también que me tomé las cosas demasiado mal. Que me porté mal y escribí aún peor. Reconozco que mi orgullo construyó el muro que nos separa a día de hoy. Y no sabes cuánta pena me produce tenerte miedo. Reconozco que la cagué, pero a ti te dio tan igual que nunca me esforcé en pedirte perdón. 
Supongo que fue como una rabieta de esas que les entran a las niñxs en los supermercados; a algunxs les duran 10 minutos y a otrxs nos duran 6 meses. Pero cuando por fin dejas de culparte y culparle, entonces te das cuenta de las gilipolleces que somos capaces de hacer. Ni Quentin Tarantino se atrevería a dirigir una película cuya guionista fuera mi yo de hace cuatro o cinco meses. 
Las cosas se superan cuando se asumen.
Parece fácil asumir la realidad cuando la ves desde fuera. Pero cuando estás sumergida en ella y no es bonita, ni te apetece ni quieres verla.
Y un día te levantas y te das cuenta de lo tonta que has sido, te sientas en un tren dirección Sol (Madrid) y decides recorrerte todos los sitios a los que solías ir con tu ex solo para hacerte ver que siguen igual de bonitos. Aunque ahora vayas sola y sea Septiembre. Y mientras caminas desde aquel restaurante de Chueca hasta Cibeles, piensas en todas las cosas tan sumamente buenas que te ha dado y lo mal que habéis terminado por nada. Esto no es lo que merecíamos. Hiciste tantas cosas por mi que por una mal te castigué todo lo que mi cabeza me permitió.
Quiero perdonarte y perdonarme, perdonarnos. Por todo lo que nos hemos hecho. Por todo lo que me acuerdo de ti en clase de Psicología y de la cantidad de datos poco relevantes de los que me acuerdo de tu carrera que me están ayudando a ganarme la asignatura.
No podía dejar que mi Blog terminase hablando de ti sobre cómo tenía planeado rajarte las ruedas del Ford Fiesta, obvio que no. Así que espero que algún día leas esto, y nos perdones. No te pido que me vuelvas a dirigir la palabra, pero perdónanos. 

Estoy intentando arreglar todo aquello que rompí
para volver a construirme
con otra persona
y sin restos de dolor bajo la piel.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Anónimo.

Oxígeno.

Lo poco que me corrompo,
por lo mucho que me exijo.
- SFDK

9 meses antes de la creación de este blog, tuve otro. Por motivos personales lo tuve que cerrar. Y 6 meses más tarde perdí el miedo a los demás a través de este blog. Perdí el miedo a los comentarios, las críticas y a las malas interpretaciones de mis palabras. Hablo y escribo alto y claro. Para que se me lea y escuche con facilidad. Si algo he aprendido mejor que nadie en mis diecisiete años de vida es que si quieres algo debes pedirlo con ganas. E insistir. 
Me hace gracia que uséis ciertas redes sociales que te permiten comentar en anónimo para decir lo que os da la gana a quien os da la gana. Desde mi punto de vista no sé quien es peor, si el que insulta o piropea en anónimo por cobardía o el que se crea una cuenta para recibirlos por.. ¿falta de autoestima? ¿Llamar la atención?
Pero bueno, que yo también tengo mi pasado oscuro. A finales de primaria el vicio al Ask.fm era real y lo mantuve unos años. Hasta que en la ESO el anonimato os dio el poder de meteros en mi relación anterior y proporcionarme datos que no me importaban una mierda y comentarios que nadie os había pedido. La ignorancia a veces es un privilegio. 
He hablado con muchísima gente sobre este blog, y más estos últimos meses. Casi todo el mundo después de leer ciertas entradas me pregunta que cómo me atrevo a publicar estos textos; creo que aquí no es un atreverse o no, no es cuestión de valentía, es más bien aprender a ser libre.
Y a vivir en libertad. 
Mi padre siempre me dice que tengo suerte de no haber nacido en la época de Franco, me cuenta cosas que me ponen la piel de gallina y segundos más tarde siento un inmenso placer de vivir en un país con libertad de expresión. Así que a día de hoy no tengo nada que me frene a la hora de escribir, quizás respeto, pero no hay nada que me impida escribir sobre amor, odio, envidia o tristeza.
Yo no entiendo la vergüenza. No entiendo por qué si alguien nos duele no podemos decirlo; me han destrozado y lo he gritado a los cuatro vientos, y no por ello soy más vulnerable que vosotrxs. Creo que mi vergüenza me la dejé en el escenario de mi pueblo la primera vez que me subí a bailar Purpurina con once años y totalmente sobria. Ahora con diecisiete creo que no es momento para avergonzarse de nada, mucho menos de callarme o pensar en quien no pensó en mí. Tampoco he mentido, esto no es ciencia ficción y aunque parezca una telenovela, está todo basado en hechos reales. 

Que quede claro, escribo por y para mi salud.