domingo, 23 de octubre de 2016

Antes del invierno

Automne a medias.

Llega esa estación del año donde los árboles se desnudan
y nosotros
no hacemos
más
que taparnos.

Llega el frío en forma de vaho.
El mismo que permitía que mis dedos
escribiesen mis iniciales
en los cristales de tu coche.

Llegan los montones de hojas por el suelo,
el crujido de las mismas al pisarlas.
Llegan los días cortos
y las noches largas.

Llegan las bufandas que tapan algo más que el frío.
El cielo gris,
a juego con el alma de tantas personas...
Quizás os camufléis, y ojalá no os vea.

Llegan los abrigos dando calorcito;
que no tus brazos,
que es distinto.
Ahora sí, son cosas distintas.

Llega el volumen en el pelo
debido a la humedad.
Y el rímel huyendo de nuestras pestañas
ahora por lo menos ya tenemos escusa.

Llegan los paraguas cerrados goteando a cada paso 
cuando entras a un sitio cerrado.
Ni que abrirlos diese mala suerte,
es todo mentira.

Llegan los felpudos de la entrada sucios
de tantos zapatos mojados.
Menuda bienvenida
de mierda.

Llega el calor de un buen té verde
que te calienta las manos
y a su vez el cuerpo entero.
Eso sí que es resucitar.

Llegan tantas cosas,
y qué pocas me gustan, vaya.
Tengo malos presentimientos,
este invierno va a ser frío y
no voy a tener suficientes mantas.
Pero sí necesidad de salir a la calle
para no ahogarme entre tantas fotos tuyas.

Llegan cosas calientes,
como la Navidad, o mi cumpleaños.
Un concierto de Leiva, un viaje a Londres
y muchas ganas de volver para contarlo.

Llegan, siempre llegan.
Y a todo te acostumbras,
y cuando ya te has acostumbrado a tanta porquería,
se van.
Y cuando vuelven, no vuelven enteras,
solo a medias.
Y a lo mejor lo malo es muy malo,
pero nada peor
que
las cosas
a medias.

miércoles, 19 de octubre de 2016

A destiempo.

¿A qué hora es el buen momento?

"Hay cosas que es mejor no saber,
y momentos que es mejor no dejar de vivir nunca"

 ¿Nunca habéis pensado en atrasar o adelantar acontecimientos?
A veces vienen todos de golpe, y otras no vienen ninguno.
¿No podría el destino, o lo que sea, organizarse un poco?
Hacer una agenda estaría bien. Poder colocar y recolocar momentos.

Me encantaría poder organizarlo todo, dejar las sorpresas para otro momento. Creo que hay improvisaciones que cada día me matan un poco más.
No sabéis cuántas veces he deseado cambiar de lugar en la línea del tiempo algunos acontecimientos.
La vida no debería quitarme tantas cosas de golpe, algo está mal.
Creo que en el destino, ya lo dije; pero no en el camino que hacemos para llegar a él, eso corre de nuestra cuenta.

Mediados de Octubre.
Se huele el frío,
el olor a mojado después de la lluvia;
huelo tu perfume por la calle y me giro
casi involuntariamente,
pero nunca eres tú. Ya no.  
Por eso no suelo llevar la misma fragancia nunca,
porque sé lo que se siente en ese momento en el que te giras y no ves lo que querías ver.
Y yo no quiero hacer sufrir a nadie.

Quisiera poder explicar algo más de lo que soy capaz.
Del por qué me cuesta tanto hablar(te);
porque aunque siempre hable por los codos
hay veces que me quedo sin palabras.
Entonces desearía tener un lápiz y un folio
en el que poder escribírtelo todo.

Y ojalá algún día me leas por dentro. 
O por fuera,
pero léeme.

Te convertí en poesía
y eso no se puede superar.
Conocerás a más mujeres,
mucho más guapas,
mucho más rubias,
con los ojos claros quizás,
con esos treinta centímetros más que me faltan
para darte un beso sin que te tengas que agachar.
A lo mejor son más listas
y son la envidia de su clase.
Con más curvas,
y más culo.
Igual saben de política mucho más,
y te dan la razón siempre.

Pero yo te he visto dormir gracias a la luz que entra por los huequitos de una persiana mal bajada
adrede
a las nueve de la mañana.
Me sé de memoria el relieve de tus labios
y cada uno de los lunares de tu espalda que se unen formando un salvavidas.
Y eso no lo va a tener ninguna.

La verdad es que me pongo enferma
solo de pensarlo,
y creo que moriría casi al instante
si algún día lo viese con mis propios ojos.
Hay cosas que es mejor no saber.

Estoy hecha de todos los deseos que pido en la lluvia de estrellas del 12 de agosto. De todas las sensaciones que me recorren horas antes de volver a verte. De todas las lágrimas que se han camuflado con el agua de la ducha. De todas las ilusiones. De todas las veces que he pasado por tu calle deprisa y con las piernas temblando. De los más de mil besos que nos dimos. De este naufragio. 
De todos esos momentos que es mejor no dejar de vivir nunca.

Hace dos meses y siete días que le pedí un deseo a una estrella fugaz:
"La próxima vez que esté segura de algo, que sea de él. Dejar de sentirme nerviosa y que no me suden las manos antes de verle. Quiero llorar de la emoción y no echar de menos. Seguir mis ilusiones con motivos. Volver a pulsar el botón de su telefonillo." 
*Ojalá este naufragio encuentre un copiloto adecuado; cada día el timón me pesa más y necesito un ayudante.*  

Nota nº507: Ojalá dentro de un tiempo, cuando pisemos tierra firme, te encuentre. Y te reconozca. Y no hayas cambiado. Ojalá pudiese hacerte un hueco en la agenda para dentro de unos años. Cuando por fin me haya deshecho de todos mis miedos, y sea capaz de contarte todo lo que está pasando a bordo. Cuando tú y yo sigamos siendo tú y yo.

Take me back to a time only we knew...
Hideaway.

miércoles, 12 de octubre de 2016

die reine Wahrheit.

Αλήθεια (alétheia).


"¿Por qué no cambiaste?
¿Por qué dejaste que el tiempo desgastara todo lo que era importante?
[...]
A punto de gritar te quiero y te odio,
te olvido y te pienso." -VAHO-

-Alétheia significa verdad en griego.-

No os hacéis una idea de lo que es pasar páginas en las que tienes todo subrayado y apuntes en los márgenes. Y digo pasar porque aunque lo mejor sería arrancarlas, no he sido capaz.
Ni lo seré. No del todo.
Tampoco sabéis lo que es saberlo todo, y preferir no saber nada. Mensajes que ojalá y no hubiesen llegado a mi móvil. Mensajes que dicen la verdad. Pero, ¿quién quiere saber la verdad cuando se está bien en la mentira?

Mensajes de "Tía te tengo que contar, ¿sabes lo que pasó anoche?" un domingo por la tarde. Y respuestas que en verdad eran un "Sí, creo que sí; y vivo bien sin saberlo, no hace falta que me lo digas" y que terminaron siendo un "Cuéntame rubia". Mi subconsciente me la jugó.  

Todos lo sabíamos. Era previsible. Pero supongo que fue como esos exámenes que te salen horriblemente mal y sabes que vas a suspender pero en el fondo rezas para que ocurra un milagro y llegues al cinco. Eso me pasó a mí. Se veía venir, eran cosas del destino, pero siempre lo esquivaba.
Hasta que aparece alguien que te muestra la verdad, y ya no puedes huir de ella.

Aún así,
no tenía pensado irme.
Irse significa desconocerse,
significa dejar de verte, oírte y sentirte.
Dejar de lado la mejor parte de mí
que sigue en cuerpo ajeno.

El día que eso ocurra,
quizás el Sol ya no sea una energía renovable,
los coches no se alimentarán de petróleo;
o quizás sepamos cuántos lunares han heredado tus hijos.

El día que eso ocurra,
yo ya no seré yo.
Seré esa parte que quedó de mí
después de haber hecho un puzle en el que mis piezas no encajaban.
Ese barquito chiquitito que no sabía navegar
ni por el río, ni por el mar.

Aún así,
no tenía pensado olvidarte.
Olvidar es de valientes,
y yo en estos casos nunca no lo soy.
Las cosas importantes no se olvidan ni queriendo
porque en su día se grabaron sobre la piel
a fuego. Lento.

Y si algún día el que decide marcharse
eres tú,
me gustaría pedirte que
me devolvieses algo de confianza y
me gustaría decirte que
me echarías de menos,
nos echarías de menos.

Todos los planes que teníamos pensados, tíralos
(si no los haces conmigo, que no sean con nadie).
Los viajes quédatelos, son tan maravillosos
que no quiero ser egoísta.
Mejor tarde que nunca.
Y mejor con alguien que te haga feliz, aunque no sea yo.

Te quiero, creo que eso ya lo sabes. Eres tan verdad y tan mentira a la vez que no sé que hacer. Entonces es cuando me dejo llevar (últimamente lo recomienda todo el mundo). Y ya sabes que dejarse llevar dicho por mí es caminar hacia ti. Hacia ese lugar geométrico en el que todo encaja y es matemático, filosófico, político, literario, biológico, químico (y físico), pero sobre todo: artístico. Y esa es la única verdad que firmo.
Existen varios tipos de verdad, y esta es la mía.

"Nunca supimos dejar de confiar en promesas.
Fuiste la más bonita causante de ojeras.
Hoy eres letra, pudiendo haber sido mi estrella"
-VAHO-

viernes, 7 de octubre de 2016

¿Y el origen?

Zimei.

"Que olvidar de dónde vienes es no saber a dónde ir."
-Irene X-.
 Zimei es mi segundo nombre, es el nombre que me pusieron en el orfanato donde estuve aproximadamente 7 u 8 meses. El chino es un idioma complicadísimo y muy inteligente. Zimei significa "hija preciosa".
Nací en Xinhui, en la provincia de Guangdong al sur de China. Actualmente vivo en Madrid (España), y no, mis padres no son chinos. Ambos son segovianos.

Soy adoptada.

Si os digo la verdad, no tengo ni la más remota idea de cuándo fui consciente de que mis padres no eran biológicos. Solo sé que cuando era pequeña no me gustaba que me llamasen 'China'. Llevaba fatal ser diferente a mis amigas.

-Mamá, en el colegio los niños me insultan, me llaman 'china'.
+Hija tampoco es para tanto, es que eres china.
-Ya mamá, pero tengo un nombre.


Durante toda primaria estuve rechazando mis orígenes, el país, la comida, hasta el té (y sí, suena increíble, pero es cierto). Mis padres movilizaron y firmaron mil papeles para que mi nacionalidad fuese española, pero salta a la vista que aquí no he nacido.

A partir de la ESO fue cuando cambiaron un poco las cosas. Fue entonces cuando empecé a interesarme por distintos lugares concretos de China, así como Hong Kong, Shanghai, e incluso la ciudad donde nací. Hace más de un año me replanteé mil preguntas, mil respuestas; Algunas realmente desagradables con respuestas que preferiría no saber. A veces soy demasiado curiosa. Pero esa curiosidad no es compatible con mi origen.

¿Quiénes son mis padres biológicos? ¿Mi madre se acordará de mí?
¿Habrán llorado por mí?  
¿Tendré hermanos/as? ¿Se parecerán a mí? ¿Seré tía?
¿Cómo sería mi vida en Xinhui?
¿Mi cumpleaños realmente es el 3 de Enero? ¿Y si soy más mayor? 
¿Estudiaría? ¿Trabajaría?
¿Me atraerían físicamente los chinos?

Desde luego que me encantaría viajar a China. Y me encantaría poder tener un mínimo de información, pero por desgracia las adopciones en China no eran del todo legales; para que os hagáis una idea, los perros llevaban consigo en el pedigree más información que nosotras.

En esta foto no sé muy bien quienes son,
pero sé que yo soy la niña del vestido rosa, y la del peto es Alba Xianj.
Una de las mejores cosas de la adopción fueron los valencianos un matrimonio que viajaba con mis padres para adoptar a una niña (Alba Xianj) al igual que yo. Las dos estuvimos del mismo orfanato. Nuestros padres congeniaron y a día de hoy seguimos manteniendo contacto. Sus padres años más tarde, viajaron de nuevo a China a adoptar a una segunda, Blanca Minjin. Como podéis ver, todas (o casi todas), solemos conservar nuestro nombre chino como un segundo nombre. Y algo que también rechacé durante un periodo largo de mi infancia. Nunca escribía Zimei en los exámenes, simplemente era Ana Gómez (más español imposible). Me pasa que siempre que conozco casos parecidos a los míos (adopciones en China y ese tema en general) me intereso demasiado, sin tener muy en cuenta que hay personas que pueden no llevar bien su procedencia. Entiendo que yo era muy pequeña como para añorar o recordar algo, pero mi caso es uno entre un millón de millones y supongo que habrá de todo.

La verdad es que llega un punto en el que no me preocupa no encontrar respuestas.
"Aceptamos pulpo como animal de compañía". Pero lo llevo de la mejor manera posible.
He enfocado mis diferencias de una manera optimista y muy peculiar. Me gusta ser china, nada que envidiar a los rasgos occidentales. Ahorro mogollón en rímel. Mido metro y medio, los tacones forman parte de mi cuerpo ya.  
Será coincidencia, o no, pero no me deshidrato gracias al té, amo la comida china (aunque no coma carne roja), y tengo la expectativa de poder viajar a Hong Kong algún día de estos. Creo que es una de mis metas en la vida.
Acerca de mi vida (totalmente occidental), no tengo ninguna queja. Es más, agradezco al destino o a quien quiera que esté ahí arriba el tener la familia que tengo. Aunque cabe destacar que lo mejorcito de la familia era y es mi hermana. Ella fue quien eligió mi nombre, me cambió su habitación para tener más espacio, y nunca me dijo que no a nada...

Hacía tiempo que quería escribir sobre mí más personalmente. Quería ponerme a prueba y darme cuenta de lo que realmente sé sobre mi origen. Y aunque no sea mucho, algo es algo.
16 años más tarde dispuesta a dirigir un barco sin rumbo, tengo la esperanza de recorrer mil lugares antes de pisar el mío. El mar debe llevarme a mil sitios antes. Hoy solo os puedo decir que soy amante de la cultura asiática en general y aunque mi pasado esté un poco borroso, forma parte de mí.
Seguimos sin rumbo fijo, pero felices, como siempre.
Aquí, a la deriva y hasta en China.

lunes, 3 de octubre de 2016

Error HTTP 404.

Not found.


Todos queremos ser la brújula de alguien, pero no nos damos cuenta de que hay brújulas que han perdido el norte. Tan absurdo e inútil como un ancla sin cadena. Deberíamos buscar el norte, y con él, convertirnos en brújula.
Porque jugamos a ser mayores y se nos está yendo de las manos. Tanto que no sabemos qué somos, de qué estamos hechos. Somos una mezcla de infancia, adolescencia y un poco de juventud. Un saco enorme de hormonas e inestabilidades.
No tenemos las cosas claras, desconfiamos hasta del tiempo atmosférico. Cambiamos mil veces de opinión y nos ilusionamos fácilmente. Nos movemos por impulsos. A veces estamos tristes, y otras somos la alegría de la huerta.
No hay nada bueno, tampoco malo.
No hay forma de encontrarse a sí mismo en medio de este mar.

A veces me siento perdida, me veo como una pérdida para aquel que me encuentre. Si algo aprendí de todo esto es que no he vuelto a ser la misma.
A veces lo echo de menos, por que hay hechos que ya no veo, ni siento, ni tengo. Si pudiese volver al pasado, no rectificaría ni las peleas, ni los gritos, ni los reproches; Tampoco los regalos, los besos, ni los abrazos de despedida.
A veces me considero una persona egoísta, pero más tarde me doy cuenta de que el ego no desapareció, ni lo hará nunca.
A veces te pienso, y otras escribo. Nunca fui partidaria de los versos tristes y la melancolía pero, repito, no he vuelto a ser la misma.
A veces me arrepiento de haber empezado esto, otras de terminarlo.

He oído hablar a las sirenas (pero no a las de Ariel en Walt Disney, sino a las verdaderas sirenas del mito de Ulises). Entre ellas comentan que nos quisimos bien solo un tiempo, que el resto fue ficción. Que discutíamos demasiado y que nos engañamos. Pero peor es aún cuando se callan información para darle un mínimo de misterio a sus vidas. Pero qué van a hacer si nunca han salido del mar, ni podrán hacerlo. Las compadezco, el mar cada día tiene más mierda y tarda siglos en descomponerla.

Debí abrazarte más fuerte la última vez que nos vimos. Y escribirte un mensaje que dijese que no me entendiste bien, yo quería que te fueras lejos, pero conmigo. Pero a lo hecho pecho, y si alguna vez se me pasó por la mente fue porque también me expuse a las consecuencias. Intenté no hundirme, no quise navegar hacia delante hasta pasadas semanas. Ahora ya estoy lejos, y tú también. No niego mi falsa alegría de que te vaya bien pero es cosa de la educación, no de falsedad.

Empezamos octubre con muchas alegrías, muchos proyectos en mente, reformas, alguna que otra parada en tierra firme; pero las sorpresas nunca faltan a bordo. 
Ya estaréis acostumbrados. 
Pero yo sigo sin saber encajarlas como es debido. 
Fallo técnico típico en mí.