viernes, 7 de octubre de 2016

¿Y el origen?

Zimei.

"Que olvidar de dónde vienes es no saber a dónde ir."
-Irene X-.
 Zimei es mi segundo nombre, es el nombre que me pusieron en el orfanato donde estuve aproximadamente 7 u 8 meses. El chino es un idioma complicadísimo y muy inteligente. Zimei significa "hija preciosa".
Nací en Xinhui, en la provincia de Guangdong al sur de China. Actualmente vivo en Madrid (España), y no, mis padres no son chinos. Ambos son segovianos.

Soy adoptada.

Si os digo la verdad, no tengo ni la más remota idea de cuándo fui consciente de que mis padres no eran biológicos. Solo sé que cuando era pequeña no me gustaba que me llamasen 'China'. Llevaba fatal ser diferente a mis amigas.

-Mamá, en el colegio los niños me insultan, me llaman 'china'.
+Hija tampoco es para tanto, es que eres china.
-Ya mamá, pero tengo un nombre.


Durante toda primaria estuve rechazando mis orígenes, el país, la comida, hasta el té (y sí, suena increíble, pero es cierto). Mis padres movilizaron y firmaron mil papeles para que mi nacionalidad fuese española, pero salta a la vista que aquí no he nacido.

A partir de la ESO fue cuando cambiaron un poco las cosas. Fue entonces cuando empecé a interesarme por distintos lugares concretos de China, así como Hong Kong, Shanghai, e incluso la ciudad donde nací. Hace más de un año me replanteé mil preguntas, mil respuestas; Algunas realmente desagradables con respuestas que preferiría no saber. A veces soy demasiado curiosa. Pero esa curiosidad no es compatible con mi origen.

¿Quiénes son mis padres biológicos? ¿Mi madre se acordará de mí?
¿Habrán llorado por mí?  
¿Tendré hermanos/as? ¿Se parecerán a mí? ¿Seré tía?
¿Cómo sería mi vida en Xinhui?
¿Mi cumpleaños realmente es el 3 de Enero? ¿Y si soy más mayor? 
¿Estudiaría? ¿Trabajaría?
¿Me atraerían físicamente los chinos?

Desde luego que me encantaría viajar a China. Y me encantaría poder tener un mínimo de información, pero por desgracia las adopciones en China no eran del todo legales; para que os hagáis una idea, los perros llevaban consigo en el pedigree más información que nosotras.

En esta foto no sé muy bien quienes son,
pero sé que yo soy la niña del vestido rosa, y la del peto es Alba Xianj.
Una de las mejores cosas de la adopción fueron los valencianos un matrimonio que viajaba con mis padres para adoptar a una niña (Alba Xianj) al igual que yo. Las dos estuvimos del mismo orfanato. Nuestros padres congeniaron y a día de hoy seguimos manteniendo contacto. Sus padres años más tarde, viajaron de nuevo a China a adoptar a una segunda, Blanca Minjin. Como podéis ver, todas (o casi todas), solemos conservar nuestro nombre chino como un segundo nombre. Y algo que también rechacé durante un periodo largo de mi infancia. Nunca escribía Zimei en los exámenes, simplemente era Ana Gómez (más español imposible). Me pasa que siempre que conozco casos parecidos a los míos (adopciones en China y ese tema en general) me intereso demasiado, sin tener muy en cuenta que hay personas que pueden no llevar bien su procedencia. Entiendo que yo era muy pequeña como para añorar o recordar algo, pero mi caso es uno entre un millón de millones y supongo que habrá de todo.

La verdad es que llega un punto en el que no me preocupa no encontrar respuestas.
"Aceptamos pulpo como animal de compañía". Pero lo llevo de la mejor manera posible.
He enfocado mis diferencias de una manera optimista y muy peculiar. Me gusta ser china, nada que envidiar a los rasgos occidentales. Ahorro mogollón en rímel. Mido metro y medio, los tacones forman parte de mi cuerpo ya.  
Será coincidencia, o no, pero no me deshidrato gracias al té, amo la comida china (aunque no coma carne roja), y tengo la expectativa de poder viajar a Hong Kong algún día de estos. Creo que es una de mis metas en la vida.
Acerca de mi vida (totalmente occidental), no tengo ninguna queja. Es más, agradezco al destino o a quien quiera que esté ahí arriba el tener la familia que tengo. Aunque cabe destacar que lo mejorcito de la familia era y es mi hermana. Ella fue quien eligió mi nombre, me cambió su habitación para tener más espacio, y nunca me dijo que no a nada...

Hacía tiempo que quería escribir sobre mí más personalmente. Quería ponerme a prueba y darme cuenta de lo que realmente sé sobre mi origen. Y aunque no sea mucho, algo es algo.
16 años más tarde dispuesta a dirigir un barco sin rumbo, tengo la esperanza de recorrer mil lugares antes de pisar el mío. El mar debe llevarme a mil sitios antes. Hoy solo os puedo decir que soy amante de la cultura asiática en general y aunque mi pasado esté un poco borroso, forma parte de mí.
Seguimos sin rumbo fijo, pero felices, como siempre.
Aquí, a la deriva y hasta en China.

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