miércoles, 6 de septiembre de 2017

Anónimo.

Oxígeno.

Lo poco que me corrompo,
por lo mucho que me exijo.
- SFDK

9 meses antes de la creación de este blog, tuve otro. Por motivos personales lo tuve que cerrar. Y 6 meses más tarde perdí el miedo a los demás a través de este blog. Perdí el miedo a los comentarios, las críticas y a las malas interpretaciones de mis palabras. Hablo y escribo alto y claro. Para que se me lea y escuche con facilidad. Si algo he aprendido mejor que nadie en mis diecisiete años de vida es que si quieres algo debes pedirlo con ganas. E insistir. 
Me hace gracia que uséis ciertas redes sociales que te permiten comentar en anónimo para decir lo que os da la gana a quien os da la gana. Desde mi punto de vista no sé quien es peor, si el que insulta o piropea en anónimo por cobardía o el que se crea una cuenta para recibirlos por.. ¿falta de autoestima? ¿Llamar la atención?
Pero bueno, que yo también tengo mi pasado oscuro. A finales de primaria el vicio al Ask.fm era real y lo mantuve unos años. Hasta que en la ESO el anonimato os dio el poder de meteros en mi relación anterior y proporcionarme datos que no me importaban una mierda y comentarios que nadie os había pedido. La ignorancia a veces es un privilegio. 
He hablado con muchísima gente sobre este blog, y más estos últimos meses. Casi todo el mundo después de leer ciertas entradas me pregunta que cómo me atrevo a publicar estos textos; creo que aquí no es un atreverse o no, no es cuestión de valentía, es más bien aprender a ser libre.
Y a vivir en libertad. 
Mi padre siempre me dice que tengo suerte de no haber nacido en la época de Franco, me cuenta cosas que me ponen la piel de gallina y segundos más tarde siento un inmenso placer de vivir en un país con libertad de expresión. Así que a día de hoy no tengo nada que me frene a la hora de escribir, quizás respeto, pero no hay nada que me impida escribir sobre amor, odio, envidia o tristeza.
Yo no entiendo la vergüenza. No entiendo por qué si alguien nos duele no podemos decirlo; me han destrozado y lo he gritado a los cuatro vientos, y no por ello soy más vulnerable que vosotrxs. Creo que mi vergüenza me la dejé en el escenario de mi pueblo la primera vez que me subí a bailar Purpurina con once años y totalmente sobria. Ahora con diecisiete creo que no es momento para avergonzarse de nada, mucho menos de callarme o pensar en quien no pensó en mí. Tampoco he mentido, esto no es ciencia ficción y aunque parezca una telenovela, está todo basado en hechos reales. 

Que quede claro, escribo por y para mi salud. 

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