miércoles, 9 de noviembre de 2016

Hay truco.

Un lugar llamado Mundo.

A menudo me atribuyen un título que debería estar compartido.
Yo no escribo sobre las cosas, las cosas que me pasan me hacen escribir. Digamos que he buscado un modo de decirle sutilmente al mundo que es una porquería, que vivimos confundidos, que no sabemos vivir; pero que aún así, en un vertedero (maquillado) también hay joyas.
No podemos dejar que la basura sea mejor que nosotros, faltaría más. Que sí, que a veces no encontramos una manera ética de comportarnos, ni la correcta, ni si quiera la que nos hace sentir bien. A veces nos sentimos más vacíos de lo que se puede imaginar. Y odiamos más de lo que la palabra 'odiar' engloba. La verdad es que me guardo en mis adentros mil y una palabras malsonantes, malas caras, arcadas, y pensamientos repulsivos que tengo (como todo ser humano) depositados en ciertas personas. Todos somos haters de algo. A todos nos dan ganas de escupir intencionadamente a otros cuando vamos por la calle. Típicas ganas de engancharle de los pelos y poder quebrarle el cráneo. Todos le hemos deseado a alguien que su vida cayese en picado. Todos hemos competido en secreto. Yo la primera, y la primera también que no se siente mal por ello. Al igual que no me considero mala persona tampoco, es algo natural que acepto; aunque no lo comparta, por si acaso.

Un truco que me sirve de ayuda es: imagina que cada persona a tu alrededor lleva consigo (o es) una caja infinitamente capacitada para llevar cualquier cosa. Bien, ahora selecciona a las más cercanas (pueden ser tres, cuatro, ocho, veinte o cincuenta y seis). Y poco a poco, empezando por quien tú quieras, ve llenando cada una de las cajas de cada persona. Palabras, gestos, viajes, objetos, pensamientos, besos, abrazos... Todo cabe y es buen recibido. También insultos, enfados, agresiones, pensamientos... Todo. Y después solo tienes que visualizarla delante de cada persona, así sabrás qué tipo de cosas depositas. Si son cosas buenas, querrás mantener la caja cerca de ti; y si son cosas malas, querrás alejarlas lo máximo posible. Pero como toda práctica 'psicológica', tiene una traba: ¿Qué pasaría si una caja llena de cosas buenas se alejase? ¿Y si creara otra caja llena de bazofia que no te puedes quitar de encima? Ahí es cuando se tuerce este truco, amigos. No sabéis lo que duele ver como una caja llena de colores vivos, versos de amor y caricias se aleja poco a poco. Y no puedes hacer nada para impedirlo.  

He perdido una de las cajas más importantes de mi vida,
la que llevaba  mi Hermana consigo,
una llena de películas de Disney,
fiestas de disfraces en la hora de la siesta,
cenas de 'tú te comes mi tomate y yo me como la lechuga',
besos de buenas noches antes de salir por la puerta de aquella habitación en la planta de 'paliativos',
y miles de cosas que me quedaban por guardar.

He visto como otra de mis cajas 'soporte' se llenaba de cosas horribles.
Me he visto sacar y tirar recuerdos y sentimientos con los ojos húmedos,
y lo que es peor,
meter rencor, culpabilidad y algo de envidia.
Queda algo de confianza, celos,
y
el increíble sentimiento de inacabado.

Y, por supuesto,
en mi propia caja guardo
lo mejor de mí.
Que no solo es una muy buena capacidad  de aguantar tormentas,
ni la valentía de aceptar el puesto de capitán,
sino también la falta de ella para decir 'te echo de menos'
porque siempre preferiré decir 'te he echado de menos'.

Acércate a mí y aprende a abrirla de una manera correcta.

Todos tenemos secretos,
y todos sabemos guardarlos en lo más profundo de nuestra caja pero
que no se nos olvide
que siguen estando ahí.
Aunque no tú no lo sepas...

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