miércoles, 5 de julio de 2017

Pissed off.

Hazlo fácil. 

Seguramente tú no sientas nada de lo que siento. Ni tú ni nadie.
No quiero que sientan pena por mi. No necesito un hombro para llorar, necesito veinte.

Es como si cogieses una navaja y me cortases tú mismo las venas a tu gusto, pero siempre en horizontal porque sabes que si me las cortaras en vertical moriría casi al instante y tú lo que quieres es ver como me pudro poco a poco. Pues ven a pudrirte conmigo, como dice Prefijo 91. Esa canción me flipa desde que me la enseñaste. 
Después de todo lo que te he querido, me has querido, nos hemos querido. Estás partiéndome uno a uno los 210 huesos de mi cuerpo. Párteme de una vez la cabeza para dejar de tener tu imagen caricaturada. 
Ya no quiero curarme porque cada vez que lo hago vienes y me abres las heridas a base de golpes. Todo mi esfuerzo es vano.
Sangro más que nunca y estás usando mi sangre para emborracharte con otra. Es buena mezcla para el Brugal, pero échale hielo al cubata porque a diferencia de ti, yo soy de sangre caliente.

Te miro y tiemblo, pero ya no sé si de pena o de miedo. Veo tus fotos y pienso en qué será de ti. Si de verdad me quieres, la quieres o te quieres. Me hago muchas preguntas y no soy capaz de responderme ninguna. Me entristece ver cómo dejo de conocerte poco a poco. Todo lo que había esnifado en tu cuello ha dejado de hacerme efecto y ahora estoy cuerda y con ansiedad.
Esto es un simple proceso de rehabilitación y desintoxicación.

Te he tenido todo el respeto del mundo, te he dicho siempre la verdad y nunca quise hacerte daño.
Todo sería más fácil si te matase de un tiro con una bala que llevase mi nombre grabado. Para que supieses que de amor no se muere, pero de pena sí. Mataría dos pájaros de un tiro.
Pero tengo tantas ganas de matarte como de cumplir los 18 fuera de un centro de menores.

Si siguiese la obra de Freud para interpretar mis sueños, me iba yo solita a un psiquiátrico. Pero voy a esperar a tener insomnio real, no Netflix.
Todavía duermo tranquila. Yo todavía no soy responsable de la pena de nadie y eso me consuela. Yo a ti nunca te he hecho daño, tú no sabes lo que es el dolor. Hubo cosas que te picaron y te rascaste sin problema. Pero yo he estado a punto de enterrarme en vida para no ver la tuya.

No me pidas perdón, no eres culpable de todo esto. La culpa es mía por escribir.
Las personas no cambiamos nunca, ni yo voy a dejar de escribir, ni tú vas a encontrarte nunca.
Te pido perdón por despedirme de esta forma tan fea ahora que me voy del país un tiempo. Me hubiese gustado más escribir sobre el World Pride o los incendios en Doñana.
Pero no me han dejado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario