sábado, 2 de febrero de 2019

Manifiesto delirista

 Voy a escribir en muros toda mi tristeza, hasta que la lluvia borre parte de mis letras.
- Love of Lesbian.

Me levanto todos los días pensando en todo lo que tengo que hacer. Qué me voy a poner, a qué hora tengo que salir de casa para coger el autobús, cuántos minutos tengo para lavarme los dientes... Intento cerrar los ojos 5 minutos más y no puedo. No puedo ni escuchar el silencio de mi habitación. No sabéis lo que es sentir que te estás volviendo loca, pero loca de verdad. 

Hay días que no me apetece levantarme de la cama, pero sé que si no me levanto, mi cabeza me va a seguir gritando lo que tengo que hacer. Y mira paso, nunca me ha gustado que me griten. 

Hay veces que pienso en qué tendría de malo morir, en plan: ¿sería tan egoísta quitarse la vida? Y me quedo un rato mirando al techo, pienso en mis padres y la respuesta es: SÍ. Así que voy a hacerles el favor de simular que tengo vida por dentro. Porque en realidad sé que la tengo. El problema es que últimamente tengo menos iniciativa que el Senado. 

Quiero pensar que estoy intentando ayudarme y que quiero hacer la digestión como las personas normales, pero me han repetido tantas veces que no lo estoy haciendo bien que se me han quitado las ganas de intentarlo. No puedo decirle a nadie que no me está ayudando porque yo tampoco sé como hacerlo. No paro de pensar que todavía no estoy lo suficientemente delgada, que todavía no me entran los pantalones como yo quiero que me entren. 

Podría comerme toda la masa corporal que me sobra y luego vomitarlos en cualquier baño público de un centro comercial. Y eso que sé que no he pesado 42'5kg (que es lo que peso ahora) desde que tenía 8 años. 

Me he dado cuenta de que soy peor persona de lo que pensaba y me estoy traumatizando. No me dolería reconocer que no le deseo el bien a todo el mundo o que a veces he sentido tantos celos como en los viejos tiempos... Creo que intenté bloquear parte de mis emociones "negativas" hace años y ahora con todo lo que me está pasando, han explotado dentro como la apendicitis.

Ahora ya no puedo dormir tranquila porque cuando no estoy soñando que me tiro a las vías del metro o que el autobús en el que voy a la universidad se sale de la carretera de Colmenar, sueño con asfixiar a las pibas con las que mi novio ha tenido relaciones. A veces me he preguntado como podía haber tanta desesperación y tanto miedo (porque los celos no deja de ser un miedo) dentro de mí y que yo no me hubiera dado cuenta.

Tampoco quiero pedir ayuda porque aunque es lo que necesito, en el fondo lo que más me apetece es que se mueran conmigo para no estar sola en el otro barrio. No quiero que me den ánimos, ni que me aseguren lo guay que va a ser todo dentro de un tiempo. Quiero que se tumben conmigo en el suelo del baño después de vomitar y me cuenten un chiste, me lean el periódico más fascista de todos o me laven los dedos índice y corazón. 

Así son todos mis días desde hace meses, pero cielo, si me preguntas qué tal estoy, estaré bien. Aunque tú y yo sepamos que no es verdad y que, a lo mejor, ese día solo estoy un poco menos mal. 

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